viernes, 1 de abril de 2022

Tu regalo inesperado

¡Me encanta recibir regalos porque sí! Sin que sea mi cumpleaños, ni Navidad, ni nada de eso. Esos regalos inesperados de seres queridos que nos sorprenden y nos dan tanta alegría. Seguramente te pasa lo mismo. Y, por supuesto, no es necesario que sean regalos costosos. Son esos regalos inesperados los que me mueven a tratar de cultivar ese hábito. Ser generoso es bueno, tan bueno que hace bien a quien recibe, pero mucho más aún a quien da. 

Cuando consideramos que Dios es bueno y que todo lo bueno proviene de Él podemos observar a nuestro alrededor y encontrar sus "regalos": el aire, el sol, la vida, la familia, los amigos, el trabajo, hasta los alimentos ¡todo! Todo lo bueno, todo lo que amamos proviene de Él. Él es quien hace posible la vida y quien la sustenta. 

Dios proveyó el mayor regalo que alguien pudiera pedir, el que cambia nuestra vida y nos transforma: la vida eterna, que comienza a disfrutarse aquí, cuando conocemos el amor de Dios. De tal manera nos ama Dios que envió a Jesús, su Hijo, para que todo el que crea en Él reciba vida eterna. 

No es necesario ser mayor, ni tener riquezas o muchos bienes, ni muchos estudios o capacitaciones: está disponible para todos, de toda raza, de toda edad, de todo lugar, de toda condición. Tan fácil de recibir que hasta los niños pueden aceptarlo, ¡para que nadie se lo pierda!

Por eso, así como estás, así tal cual sos, lo podés recibir. Es gratuito. Sólo tenés que creerle a Dios y aceptarlo. El Cielo, la dicha eterna, la paz eterna, es para mí, es para vos, ¡es para todo el que lo quiera recibir!

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