miércoles, 29 de junio de 2022

Humanizarse

Los acontecimientos de estos últimos años han trastocado la historia una vez más. La globalización nos permite ver ese impacto masivo. La pandemia de Covid19 nos ha cambiado y que ese cambio sea para bien depende de nosotros. Que al fin muchos más entendamos la necesidad de un cambio significativo que nos dignifique como humanidad. Que podamos percibir la vida y a la gente de otra manera, más real y más humana. El cambio que anhelamos es individual, profundo y radical.

Buscamos mirar con compasión, dispuestos a escuchar y a comprender de una manera nueva, más real y menos mecánica. La atención reflejada en el trato cordial, en las palabras sin clichés, pero abundantes de bondad. Un carácter afable, a pesar de todo. Con la empatía a flor de piel, a pesar de todo. Sí. Aunque veamos muchos endurecidos, porque esa dureza suele ser síntoma del que sufre. Consideremos al otro con calidez humana, esa calidez que genera seguridad y confianza. Brindarla probablemente la multiplicará en muchos.

Ese cambio que anhelamos debe empezar en nosotros. Sólo Dios puede hacerlo. Él es el origen de todo lo bueno. Somos proclives al mal porque nos alejamos de Dios. Perdimos la gloriosa bondad con que el Dios bondadoso nos creó. Pero, Dios nos ama, y porque nos ama, no dejó las cosas así: Él envió a Jesús para rescatarnos, para darnos otra oportunidad, para que, transformados, podamos volver a una profunda relación con Dios.

Necesitamos volver a Dios. Eso, no sólo nos hará "más humanos", más compasivos: nos hará hijos de Dios, capaces de crecer en bondad y en amor, como Él nos creó.  

Jesús vino para que tengamos el poder de decidir hacer lo correcto. Y que, cuando fracasamos, tengamos su gracia para arrepentirnos y seguir adelante con su ayuda. Sólo pide que creamos y aceptemos lo que hizo por nosotros en la cruz. Entonces comprenderemos que nos da vida y abundancia de bien para siempre.

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