Los cambios acelerados llevan a una constante capacitación y actualización, ya no sólo en medicina, ingeniería, o informática, sino también en las ciencias sociales y hasta en las llamadas ciencias exactas. La saturación en línea puede resultar abrumadora. Percibimos que todo cambia y cambia de manera vertiginosa.
Se dice que el mar nunca es el mismo: siempre cambia, siempre está cambiando. Todo y todos estamos sujetos a cambios. En este contexto se vuelve más grandiosa esa realidad que no todos conocen: Dios no cambia. Lo creado está en continuo cambio, pero el Creador es inmutable y eterno.
Para los que creemos, la inmutabilidad de Dios es una fuente de gran consuelo, porque Dios es amor: el Dios que nos ama no cambiará de parecer. Sus promesas se cumplirán porque Él no cambiará de opinión: lo que dijo, lo hará. Podemos confiar en Él y en su Palabra. No es como el ser humano que cambia de humor y de opinión y que miente. Él es el mismo, ayer y hoy y para siempre.
En este mundo de cambios continuos resuena la fidelidad de Dios que dijo: "Yo no cambio... con amor eterno te he amado". Y: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo..." Su amor, su perdón, su paz, están disponibles para todo el que quiera recibirlo por la fe, aquí y ahora.
Dijo Jesús: "Yo estoy con ustedes todos los días..." Podemos estar seguros de que Él no cambiará de opinión: está con nosotros todos los días. Y: "El que cree en mí, tiene vida eterna". Él no ha cambiado de opinión. Si creés en Él tendrás vida eterna.
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